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martes, noviembre 27, 2007

Churri


Como comentaba en “el incidente de la niebla”, hay ciertos apelativos cariñosos, que más que despertar cariño, despierta ansias de homicidio.
Una bonita manera que tenemos el común de los mortales de referirnos a la gente cercana a la que queremos es con bonitos apelativos cariñosos. Seguro que tienes un apelativo cariñoso por el que tu mami te llama, o ese estúpido apodo que se te quedó de por vida en tu casa porque tu hermanito pequeño (que ahora mide dos metros) no sabía pronunciar tu nombre y se le ocurrió que “Bubi” era como se te podía llamar…
Reconozco que en eso he tenido bastante suerte. Como mi nombre es un poquito complicado, cuesta tanto aprendérselo que nadie busca un mote. Ya se han agotado suficientes neuronas… Por supuesto, en casa de mis padres me llaman de una forma bochornosa, que no pienso confesar, pero se lo permito porque son mis padres, y no tengo recambio para ellos…
Yo no suelo buscar motes a la gente. Si te llamas “Ana”, pues te llamas “Ana” y ya está. Mantengamos la coherencia y sincronía con el DNI!.
De todos modos, hay gente que viene ya con el mote dado. Tengo amigos a los que conocí por el apodo, y que luego no hay manera de que me acuerde del nombre “real”, y eso a la hora de presentárselos a otra gente es una faena monumental… aunque es bastante peor cuando les llamas a casa! En esta era del móvil, casi siempre llamas por teléfono a la persona, y como ya sabes que va a coger él o ella el teléfono, pues simplemente dices “hola”, o en el caso de algún amiguete mío, “qué pasa, puta”. Pero… ¿qué pasa cuando llamas a su casa? Primero, si coge su madre, la opción de mi amiguete no es válida, que seguro que la señora no se lo toma con el humor requerido. Segundo, tienes que preguntar el mítico “¿está zutanito?”. Pero resulta que a zutanito tú le conoces como “coco”, que coincide, oh sorpresa, con su apellido, que comparten él, su padre, y sus cinco hermanos. Y entonces te pones a pensar desaforadamente “cómo se llamaba éste, cómo se llamaba!!!!”… y acabas por darte por vencida, y confías en que su madre se acuerde de ti, ya que conoces a su hijo desde hace mil años, y dices “soy tal”. Y como mi nombre es complicado y no demasiado común, normalmente sólo conocen a una, y la madre te responde “hola!, ahora le digo a zutanito que se ponga!” Y respiras aliviada… “uf! Prueba superada!”.
Y hay algo curioso. A estos amigos con motes, sus novias o mujeres les llaman por el nombre “de DNI”. Que no sé yo muy bien por qué… a veces pienso que es porque se acostumbraron a llamarles mucho a su casa, pero ¡vete tú a saber!
Y, ahora que lo pienso, no tengo amigas con “mote”. Como mucho con el mítico cariñosote (aquí la ONG tiene uno, y ella otro para mi), o diminutivos del nombre… pero poco más. Curioso, ¿no?
Pero, a lo que íbamos al principio. Los apelativos amorosos de la muerte.
Son muchas las parejas las que se llaman por un pequeño mote que se han puesto el uno al otro en un momento de efusividad y amor exacerbado. Todos conocemos los míticos “pitufo”, “peque”, “cuchi”, y otros más peregrinos como “pulguita”, “palomita”, “león”, “oso”… y todos ellos son tomados de casos reales, así que no penséis que tengo tanta imaginación. No pasa nada. Puedo soportarlo. Yo misma los uso en la intimidad. Recalquemos esto último: INTIMIDAD. Esto es: cuando las dos personas están solas, o, como mucho, hablando por teléfono la una con la otra y no hay nadie alrededor. Es enternecedor que te llamen “cordera” en la intimidad, pero pierde la gracia y la ternura en el momento en el que lo pronuncian delante de otra gente, y te miran con cachondeo, y tienes coñas durante dos semanas. Es precioso que te llamen “mi supermán” cuando estás a solas con tu chica, y te sientes macho. Pero probemos a que te lo llamen en medio del bar de siempre, a donde vas a tomar las cañas, o a jugar la partida, delante de todos tus amigos y tres obreros de la construcción que se han ido a tomar unos zuritos. Te digo yo hasta dónde llegan las carcajadas…
En ciertos momentos he tenido como “pareja” a individuos de nombres curiosos. Si tu “cariño” particular se llama, pongamos, Wenceslao, le coges cariño al nombre, pero reconozcamos todos que suena un poco… ¡peculiar! Así que en lugar de Wenceslao, seguramente le empiezas a llamar “pichurri” en la intimidad. Y entonces, es cuando hay que poner un cuidado extremo en cuándo utilizar el diminutivo, y cuando el nombre. No se te vaya a escapar en medio de las copas que te estás tomando con todos sus amigos “machos” para conocerles, y de repente, el pobre Wenceslao, que bastante mal lo ha pasado durante su infancia y adolescencia para sobrevivir con un nombre original, te mira con odio, porque el “pichurri” va a traer cola al menos durante un par de meses. Y si sus amigos son un poco cabroncetes, para lo que queda de vida. Eso es una causa clara de divorcio. Si no, ¡que se lo pregunten a Wenceslao!
Aprovecho el tema, ahora que muchos de mis amigos están decididos a perpetuar la especie, para romper una lanza a favor de los pobres niños que van a nacer… No seáis mamones, y si la ilusión de vuestra vida es ponerle un nombre “curioso” al niño o niña, escoged otro también y ponerle dos, uno original y uno normal. Para que la pobre criatura pueda elegir. Que mira a la hija de Ágata Ruiz de la Prada. Traumatizada de por vida.

miércoles, octubre 17, 2007

Me paso a la ginebra con pepino (los días de la granja de pollos)


Hay algunos días a los que he empezado a denominar “día de granja de pollos”.
Voy a describir uno cualquiera, para que os hagáis a la idea de a qué me refiero, y terminéis diciendo “sí señor, ese es exactamente el nombre de esos días”.


Suena el despertador a eso de las 7 de la mañana. “Un ratito más, mami”. Y apagas el despertador que invariablemente sigue sonando cada 5 minutos durante la siguiente media hora. Encuentro muy placentero el hecho de apagar el despertador y dar media vuelta en la cama… por eso lo pongo media hora antes de tiempo. Además, así no me despierto con tanta mala leche como es habitual en mí. Va para la lista de rarezas.
A las 7.30 decides que si hay que ducharse, va a haber que levantarse ya. Pereza infinita (como diría Sa). Abres primero un ojo, luego otro. Un pie en el suelo, luego otro. Te arrastras hasta el baño. Te asustas de tu imagen en el espejo. Duchita, te vistes, bla bla bla. Te tomas un kiwi y un café si estás en un hotel, un actimel si estás en casa. Sales hacia el curro.
5 minutos antes de llegar a la oficina, recibes la primera llamada. Reunión urgentísima. No puedes ni pasar por tu sitio y encender el ordenador. Llegas a la sala. La reunión es para discutir un mail que alguien mandó esa misma madrugada a eso de las 2 a.m. ¡Cara de estupor! Yo a las dos estaba en el tercer sueño por lo menos. Te disculpas por no haberlo leído todavía. Alguien te pasa una copia impresa (aquí sólo se lo ha leído el que lo mandó)… Comienza la discusión.
Dos horas más tarde, y tras tres llamadas urgentísimas durante la otra reunión, te diriges a tu sitio, a ver si te da tiempo a encender el ordenador y dejar la americana. Alguien te para en la puerta del ascensor. “Te estábamos buscando, ¿puedes venir?”. Respuesta en voz alta: “Sí, claro”. Respuesta para uno mismo: “alsdkjaqeiefwklfsklskjldfsilsfsl”.
Una hora más tarde, y después de haberte disculpado con la gente con la que tenías otra reunión urgentísima a la misma hora, y que te ha avisado por teléfono porque la han convocado esa misma mañana (recordemos que aún no he pisado mi sitio…), te arrastras a tu mesa y te haces pequeñito para ver si al menos te da tiempo a revisar los correos que te han llegado.
Veamos, si ayer me fui de este antro a las 10 de la noche… ¡Cómo es posible tener 50 correos sin leer a las 12 de la mañana!!!
Vas a empezar a aceptar convocatorias de reuniones, cuando uno de tus chicos viene a ver si te revisaste ya el documento que te mandó hace dos horas. “Pues todavía no… lo miro cuando tenga un ratito y te aviso, ¿vale?”.
Otra llamada. Rechazas dos de las tres reuniones que han aparecido como setas en tu agenda. Vas a la tercera, que no te puedes librar de ella. Pájaros y flores durante una hora y pico. La sensación de pérdida de tiempo es brutal ya.
Comida: con un poco de suerte, te da tiempo a algo más consistente que un bocata. Paras un poco y comienzas a pensar… y llega la granja de pollos. Se define como sigue:
“¿Dan las granjas de pollos para vivir con dignidad?”
Es decir, mando a toda esta gente a jugar a pala, me piro al pueblo a las montañas (no tan altas como las de Heidi, pero mucho más bonitas), me compro 20 pollos y a producir huevos de gallinas felices, y carne de la de verdad, cotizadísima en el mercado. Y cuando quiera discutir, lo hago con mis pollos, que con sus “co co co” dan respuestas la mar de interesantes. Y el día que quiera un poco de emoción en mi vida, cambio de distribuidor de pienso y me hago una tortilla de patatas…
Tras la comida, siguen las reuniones y las llamadas. Ya respondes con mala leche. Aprendes como se dice “a jugar a pala” en ingles (“To playing to spade”, jur jur jur!). Uno de tus chicos se ha llevado un broncón de tu parte por llevarte la contraria y te sientes fatal. Como haya otra reunión sobre pájaros y flores vas a empezar a chillar…
Y piensas en los pollos. Tan felices. En recoger huevos una vez al día. En la emoción de los huevos de dos yemas… Definitivamente, tiene que dar para vivir con dignidad. Y si no da, pido a la puerta de la iglesia, que por ahora no tenemos pobre oficial en el pueblo. Lo que sea porque no vuelva a sonar el teléfono.
19.00. Hora oficial de salida. Por fin llegas a tu sitio. La cantidad de correos que han llegado es inefable (ya mencioné lo de la RAE ¿no es cierto??).
A las 20.30 has respondido a los correos urgentísimos. Y estás agotado. Y de mala leche. Pensando en pollos sin parar… ¿De qué color pintaré la verja? ¿Pondrán mis gallinas huevos blancos o morenos?
Pero, amigos, siempre queda la esperanza…
Alguna que otra alma que ha sufrido un día de granja de pollos decide irse contigo a ahogar las penas en alcohol. Hoy voy a cenar… de primero, vino blanco. De segundo, vino tinto. De postre, un copazo.
Y acabas con otros tres, en un bar-restaurante la mar de “cool” donde ponen música de jazz, mirando una carta de pasta, ensaladas y bocadillos. Cuando se acerca el camarero a ver qué queremos beber, decidimos que tres havana 7 con cola y una ginebra con limón es lo más adecuado para acompañar tanto la pasta al pesto, como el bocata de jamón.
Y resulta que el camarero es un apasionado de la ginebra. Y te encuentras probando una ginebra de color azul de verdad. La mar de rica, por cierto.
Después de la segunda copa, ya se siente con ánimos como para proponer el último grito en ginebra: gin tonic con pepino. Y la pruebas. Y descubres que está rica. Y claro, pides otra más.
Y llegas al hotel a eso de las 2 de la mañana (seguro que alguien está mandando un mail en estos momentos…), con una chispita increíble, haciendo una reconciliación con la vida basada en la ginebra, y pensando en cada uno de los nombres que vas a poner a cada una de tus gallinas. Por supuesto, has decidido que nada de carne. Vendes huevos y que se mueran de viejas… que disfruten de una vida gallinil plena.
Y si le da a uno un ramalazo de meterse en berenjenales, y pretende dejar los pollos para dedicarse a algo más emocionante, hay que tomarse dos ginebras con pepino y decidir que el cultivo del champiñón es lo más adecuado que se puede hacer para conseguir sensaciones nuevas…

lunes, octubre 08, 2007

¡qué ganas de un cursillo acelerado de besos de tornillo!

Llevo cosa de una semana canturreando esta canción por donde quiera que vaya... debo reconocer que ha entrado a formar parte de esas canciones que me animan con sólo escucharlas... Junto con "Don't stop me now", "Hoy puede ser un gran día" y alguna otra.
Es una de esas que te arrancan una sonrisa, que te dan ganas de bailar cuando escuchas los dos primeros acordes.
Algunas tienen dueño o dueña, y además de hacerte sonreir, te hacen pensar en una persona determinada. Seguro que a tí también te pasa. Suelen ser asociaciones totalmente absurdas, pero hacen que puedas coleccionar canciones con recuerdos, al igual que hago con las bolas de nieve con historias.
Otras son totalmente personales, y llevan a un estado de ánimo determinado. Mi favorito es el que me hace reirme a carcajadas, y tener ganas de salir por ahí a bailar.
Tengo la frase que dá título al post como nick de messenger, y muchos me habéis preguntado que "qué es esto". Estoy segura de que la mayoría habéis sonreido cuando la habéis leido. Y que tod@s habéis querido apuntaros al cursillo.
Esta es una canción con dueño, con el que no he dado el cursillo mencionado (esperemos que sea un "aún", aunque tenga más de platónico que de otra cosa... situación bastante normal en mí, por otro lado!).
Disfrutad de la letra.

Sugiero que el más triste de los presos
tenga derecho a sábanas de seda;
bendita sea la boca que da besos
y no traga monedas.

Propongo corromper al puritano,
espiar en la ducha a las vecinas,
ir a quitarle al dios de los cristianos
su corona de espinas.

Nada de margaritas a los cuerdos,
hay que correr más que la policía
para bailar el vals de los recuerdos
llorando de alegría.

La vida no es un block cuadriculado
sino una golondrina en movimiento
que no vuelve a los nidos del pasado
porque no quiere el viento.

Se aconseja dormir a pierna suelta
lejos de tentaciones de diseño,
que no pase de largo por tu puerta
el hombre de tus sueños.

La rana esconde un príncipe encantado,
tu boca un agridulce de membrillo
¡qué ganas de un cursillo acelerado
de besos de tornillo!

Y jugar por jugar
sin tener que morir o matar,
y vivir al revés
que bailar es soñar con los pies.

Conviene entrar penúltimo en la meta
de la vuelta a la infancia en patinete
y fusilar al rey de los poetas
con balas de juguete.

Por qué no doctorarse en cremalleras
como hace la hormiguita por tu espalda
e hilvanar con jirones de banderas
braguitas rojigualdas.

Hacen falta cosquillas para serios,
pensar despacio para andar deprisa,
dar serenatas en los cementerio
muriéndose de risa.

martes, octubre 02, 2007

Cuando hay estrés de por medio, la musa se aleja

Sí! Por fin! Escribo!
Y este es un post de disculpa para todos los que habéis entrado estos días (este último mes para ser más exactos), mirando a ver si había algo nuevo, y nada… Txanogorritxo no publicaba…
Al principio (la primera semana), casi nadie se quejó. Hubo algún que otro comentario de “tardas mucho” y poco más.
La segunda semana ya lo mencionabais cuando hablábamos por teléfono, o cuando me encontrabais en el Messenger. Era un “oye qué pasa”, y yo os decía que “pronto, pronto…” “es que no me da la vida”. Y es verdad. No me da la vida!
La tercera semana llegaron las amenazas… y como soy la mar de sensible, sí que funcionaron, y posteo una pequeña disculpa para que liberen al peluche que tienen secuestrado, y no le corten el pico y me lo manden por correo! (Es broma).(O no?????)
Pues la disculpa que puse era cierta. Con tanto curro, y tantas tareas nuevas (¿alguien sabe qué es un ETC?) la musa no se acercaba a menos de 50 metros de mi persona cuando estaba en la oficina, y cuando se juntaba un poco más, me solía pillar en una situación donde no la podía hacer caso (aterrizando el avión –y no, no soy piloto, eh, Sa?- en la cola del médico, charlando con los amigos…). Y sin inspiración no hay manera de escribir decente.
Supongo que también influyeron las pequeñas “preocupaciones sanitarias” que tenía. No había tele para dormir la siesta. Fui muchos findes al hogar familiar. El estrés y el tiempo propio necesario para poder sacar afuera unas cuantas frases no se llevan demasiado bien.
Pero tranquilos, "mischicos". Que he vuelto.
La lista de futuros temas está repleta (se siguen admitiendo sugerencias), tengo un domingo a la vista sin amigos para quedar, y con tiempo para planchar. Que es tiempo para pensar. Que lleva al tiempo para escribir.
Además, ya tengo tele para dormir. Y se acaban las citas de hospital.
Vuelve la txanogorritxo que todos conocéis.

Temblad, malditos!

viernes, septiembre 07, 2007

Enganchada a las series de la tele (estabilidad fisicoemocional)

Tengo una afición un poco curiosa. Me gusta buscar palabras en los diccionarios. Sus significados, de dónde vienen… ¡cada uno tiene sus rarezas, no pongas esa cara! Y si has leído unos cuantos post de éste blog, ya sabes que yo soy la mar de rara…
Claro, para mí descubrir el
diccionario de la RAE en Internet, fue como para un niño descubrir que existe disneylandia, port aventura, o lo que sea que les gusta a los niños de ahora.
(Algún día contaré mi descubrimiento de la web completa y absolutamente dedicada a Jane Austen. Y ahí sí que vais a flipar).
En la RAE me explicaron la diferencia entre “estar” y “ser” soltera, allí descubrí la tercera acepción de crisis, comprobé que onomástica no se escribe con h… Es una especie de lugar especial, como de casa, como el bar de siempre… y deja de poner esa cara de “qué rara es esta tía”, que te están mirando raro las personas de tu alrededor.
Entrando en la RAE, buscando “estabilidad”, encontramos lo siguiente:
estable.
(Del lat. stabĭlis).
1. adj. Que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer. Temperatura, economía estable.
2. adj. Que permanece en un lugar durante mucho tiempo. Inquilino estable.
3. adj. Que mantiene o recupera el equilibrio. Un coche muy estable.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
O sea, que no cambias, o que permaneces en un lugar, o que tienes equilibrio…
Las personas pueden ser estables o no estables. Y en distintos sentidos.
Tenemos la estabilidad física. O sea, cuanto tiempo te pasas en la misma localización. Es decir, una persona que viva siempre en la misma ciudad, tendrá alta estabilidad física. Yo tengo una estabilidad física que da pena…
Tenemos la estabilidad emocional, que se divide a su vez en dos partes: la emocional sentimental, y la emocional familia-amigos. Todos sabemos a qué nos referimos. Nada de montañas rusas de “megustanomegustaodiosmiolevinoleviyanotequierovetedemilado”. Nada de casos extraños. Ante todo, mucha calma…
Hay muchas formas de medir la estabilidad de las personas. Y una de ellas, para mí de las más importantes, se basa en la cantidad de series de la tele que te puedes enganchar… y te enganchas.
Por ejemplo: decides ver la serie de médicos que ponen los martes por la noche. Al cabo de un par de semanas, te has enganchado. Ya quieres saber los rolletes de los protagonistas, qué pasó con el enfermo aquel, si funcionó el fármaco milagroso… En este punto, estás a punto de engancharte. Un poquito enganchado ya.
Entonces, si eres estable físicamente, todos los martes estás en el mismo país y tienes la posibilidad de verlo. Si eres estable emocionalmente, no sales de juerga los martes, y te quedas en casa con “churri” o “cariño” (según el caso), viendo tranquilamente la tele, hecho un ovillo en el sofá, con una mantita si hace frío. O sea, que te terminas de enganchar.
Si no eres estable físicamente, resulta que al tercer martes estás en otro sitio, donde no ponen esa serie el mismo día, y además resulta que si la ponen hablan raro. Y no te enteras de qué pasó con el enfermo, y piensas que seguro que la palmó. Y te pones triste… y sales a tomarte unas copas para que se pase el mal trago. Si no eres estable emocionalmente, estás por ahí de parranda tomando copas, con los amiguetes, bien porque quieres encontrar un “churri” o un “cariño”, bien porque no quieres encontrarlo. O sea, que terminas alcohólico perdido.
Con lo cual:
· Estable -> Adicto a la tele.
· Inestable -> Alcohólico.
Salimos de Guatemala y nos metemos en Guatepeor…
A mi me molan las series. Me gusta engancharme. Preferentemente, verlas a solas, o algunas con mi hermano, que nos emocionamos como unos tontos, y luego comentamos las mejores jugadas. Y como soy inestable-física-todavía-no-demasiado-alcohólica, tengo que buscarme la vida para ser adicta a la tele… y para eso está Internet. Si no, que se lo digan a
Espoiler.


lunes, agosto 27, 2007

La educación de los patos suizos

Mi conocimiento sobre la confederación helvética se reducía a los tópicos… Los suizos hacen relojes, tienen cuentas bancarias, comen queso, son limpios y puntuales… Pero, como algunas veces pasa, del dicho al hecho hay un trecho. Esto es: los topicazos sobre los países a veces se quedan en eso… en topicazos.
Por ejemplo, “España país de sol y toros”… Pues date una vuelta por La Coruña… ¡te vas a hartar de las dos cosas!
Y, fíjate, me he encontrado por la web con una página muy graciosa (parece hecha por un estadounidense…) sobre topicazos (que lo llaman “prejuicios”), sobre el mundo mundial…
El Mapa de los Prejuicios!
Bueno, pues que aterricé yo hace poco en uno de mis queridos aeropuertos (llamémoslo ciudad Z), esta vez con un poquito más de tiempo del normal para hacer algo de turismo. Control de pasaportes, bla bla, y aparezco en recogida de equipajes. Como ya me lo sé, llevaba un libro, y estaba yo tan tranquila leyendo, porque entre que se deciden y no se deciden, la maleta tarda media hora en salir… La cuestión es que levanto la vista, y en la pantalla de la cinta de equipajes leo “salida de equipajes en 4 minutos”. Pensé yo, “esto es como cuando te dicen que en 10 minutos llega el taxi… a titulo informativo, porque llega cuando le da la gana”. Miro mi reloj para comprobar… y a los 4 minutos empiezan a salir las maletas por la cinta! La boca me llegaba al suelo. ¡Qué nivel!!!




Día 2 en la ciudad Z. Salimos de la oficina, y decidimos ir al centro, a ver un poquito la ciudad y tal. Vamos al tren, por aquello de que es más barato y auténtico. Entramos en la estación y el cartel anuncia “salida del tren en 1 minuto”. Y me dice mi compi: “no llegamos”. Y, efectivamente, ¡no llegamos!!! Porque cuando un tren sale a las 15.53, sale a las 15.53, ni un minuto más, ¡ni un minuto menos! ¡Flipante! Lo que es más, los relojes están sincronizados!!! Todos marcan la misma hora! Parece que tuvieran un pequeño
Petisuix haciendo “cú cú” por las esquinas!


Seguimos en el día 2. Paseo por el centro. Número de pobres pidiendo: 0. Número de colillas en el suelo: 0. Increíble. Todos los relojes marcando la misma hora, por supuesto.
Día 3. Mi jefe busca apartamento. Además, nos lleva a cenar (paga él). Nos pide que le acompañemos a ver el piso. Nos lleva en coche. Aparcamos. Zona azul… pero no hace falta papelito. Las plazas de aparcamiento tienen un número, y metes dinero en la maquinita poniendo en qué número has aparcado. Menos árboles talados. Sigo flipando en colores…
Llegamos al apartamento. La cita para ver el piso es a las 7. Son las 7 menos 10. Esperamos en la calle ordenadamente a que llegue la hora… Empieza a llegar más gente. Mosqueo. Cada vez más gente. Somos ya 15 personas en la puerta. Las 7. Aparece la chica de la agencia. Subimos los 15 detrás. ¡Hay una visita guiada al apartamento!!! Te van llevando por las habitaciones, y si al final te gusta, rellenas un formulario que le das a la de la agencia. A mí los ojos me hacían chiribitas ya… Al parecer, estudian el perfil de todos los que se han apuntado, y el que le convenga más al casero es el ganador. Flipa. Nada de uno a uno. Para qué vamos a perder el tiempo. Lo ven 15 personas a la vez y luego deciden sobre datos objetivos. ¡Pero qué gente más ordenada!
Vamos a cenar. Restaurante pijo a la orilla del lago. Mesa en el embarcadero. Lago + Verano = Mosquitos. Pues no. Los mosquitos se mantienen amablemente a 3 metros del embarcadero. No se acerca ni uno. No huele a repelente de mosquitos. Cómo lo hacen?
Y ya el súmmum… En el lago hay patos. Y cisnes. Cuando recogen una mesa, los camareros tiran las sobras de pan al agua para los patos. Cuando los patos están acostumbrados a que les tiren cosas… ¿qué hacen? Pues “cua cua”, es obvio. “Cua cua, lánzame otro trocito de pan” “Cua cua, venga tío, no seas rácano” “Cua cua, veo que tienes mucho pan encima de la mesa”… y te dan la cena. Pero eso son los patos del resto del mundo. Los patos suizos van a la escuela, y reciben una educación esmerada. No hacen “cua”. No te dan la brasa venga a parpar sin parar. Ni cuando llega el cisne (triple de tamaño que ellos y con cara de “atrévete, chaval, alégrame el día”). Cuando llega el cisne, se apartan amablemente y le dejan que coma. Porque los patos suizos son neutrales. Y educados. Y limpios. Y puntuales. Porque van a la escuela de patos suizos.¿Y aún te preguntas por qué el papa tiene guardas suizos? Yo quiero uno de esos para mí…

viernes, julio 27, 2007

martes, julio 24, 2007

Arándanos






Me encontraba yo el otro día en la consulta del médico de cabecera, a ver si me hacía caso con mi pequeño problema de salud.
Como debía estar muy ocupada la médico, me recibió una hora y media después de la hora que ponía en mi papelito de la cita. No estuvo del todo mal.
Conocí a una señora que toma sintrón, que tiene un marido que también toma sintrón, y la enfermera va a su casa a sacarles sangre, y ella la invita a café con pastas. De paso, conocí a la enfermera, que volvía de sacar sangre por esos mundos de dios, y que llevaba una ropa horrible y unas gafas chillonas. Decididamente, las enfermeras de mi ciudad natal visten mucho mejor que las de mi ciudad de adopción.
También conocí a una monja, que iba a acompañar a una misionera, recién llegada de Sudamérica, y que iba a hacerse un chequeo. A esas dos luego me las encontré en la junta municipal, en la cola del censo. Y se ofrecieron a colarme y todo… Claro, tienen que hacer obras de caridad!
También había un panchito enorme, que nos fastidió la conversación de “es una vergüenza lo de los inmigrantes, que vienen a nuestro país, y usan nuestros médicos”, que a mí me gusta tanto… Claro, el tipo era muy grande, y la del sintrón decidió que iba a dejar el tema. Yo se lo agradecí mucho, porque si había que soltar adrenalina dándole a alguien un bofetón, tenía yo todas las papeletas. La del sintrón estaba a mi lado, tenía 80 años, y no es plan de darle un sopapo. La casi treintañera de su lado (yo) hubiera sido una opción más aceptable. El pack monja-misionera miraba al techo, y la china de la cola aparecía y desaparecía intermitentemente, así que no contaba.
Después de la amigable charla con mis compañeros de cola, me tocó el turno.
La médico dijo que no tenía nada. Eso me tocó las narices.
Saqué mi historia completa, y la médico se la tuvo que leer y rectificar. Eso, le tocó la moral.
Después de tanto tocamiento, procedió a darme volantes para pruebas (¿por qué los volantes se llamarán volantes? ¿No deberían llamarse “el papelito con el que te vas a tener que pasear por todo el servicio sanitario durante una mañana hasta que alguien se digna a hacerte caso para darte hora… y otro volante”??). Además de papelitos para pruebas, me recetó media farmacia “porsiaca”, y me dio dos recomendaciones homeopáticas: Tomar una infusión que se llama “hespenosequé”, y muchos arándanos…
La infusión la compras en la farmacia y perfecto. No sé si hará efecto, pero por si acaso…
Los arándanos hay que irse a “tiendas especializadas”. O sea, herbolarios.
Tú entras al herbolario, y es entrar en el mundo mágico de los botecitos y los nombres raros de moda, como tofu, por ejemplo. Además, en los herbolarios se produce la multiplicación de los panes y los peces, y la colitis de tarjeta de crédito. Básicamente, tú vas a comprar una cosa (por ejemplo, zumo de arándanos), y sales con 37 (zumo de arándanos de dos marcas distintas, arándanos en pastillas, arándanos en infusión, una hierba que viene muy bien para todo, 3 infusiones adelgazantes, unas gotas de vitaminas, galletas de fibras con arándanos, mermelada de arándanos natural sin azúcar, pastillas de extracto de zanahorias para ponerse moreno… y, por supuesto, tofu, que ya que estamos habrá que probarlo). Además, las cosas en los herbolarios no son baratas… aquí llega la colitis (¡Cómo es posible que medio litro de zumo cueste 6 mauros!!!).
Salí yo hiper feliz de la herboristería, dejando una dependienta más feliz que yo, frotándose las manos con avaricia… “esta fijo que vuelve, es una consumista homeópata en crisis de los 30”. Que las dependientas de las herboristerías saben esas cosas nada más mirarte el fondo del iris del ojo, o nosequé que miran ellas…
Llegué a casa con mis mil cosas de arándanos, decidida a que “por arándanos no va a ser”, y esos días basé mi dieta en el arándano.
El fin de semana, lo pasé con mis amiguetes, en una casa rural, así que no era plan de obligar a hacer barbacoa de arándanos… me tomé las pastis y tan contenta.
Ayer lunes, cuando salí de la oficina, decidí ir al hipermercado de al lado de mi hotel, a atracar la zona de herboristería y seguir con mi dieta de arándanos. Y allí estaba yo, feliz, entre estanterías enormes con miles de millones de cosas, buscando zumo, pastis y otras cosas con arándanos. Y descubrí unas cuantas cosas:
1. La herboristería de al lado de mi piso está mejor surtida, y tiene más cosas con arándanos
2. La menopausia femenina tiene muchos remedios homeópatas
3. No hay zumo de arándanos en el hipermercado, no como en mi herboristería.
4. Hay batidos y galletas sustitutivas de comidas de 4 marcas distintas
5. Los arándanos se deben esconder en la parte de arriba y atrás de las estanterías.
6. El zumo de zanahoria tiene buena pinta, pero el de ciruela no.
7. Me alegro de tener que beber zumo de arándanos y no de ciruela
8. Hay más de 15 productos distintos para conseguir un vientre plano. Los 15 tienen nombres estúpidos
9. La de mi herboristería si que sabe. Compra muchos productos con arándanos, no como estos cutres, que no tienen ni uno.
10. Cuando llevas más de media hora delante de los productos dietéticos y naturales, la gente se mosquea y te mira con cara de “seguro que esta come tofu”
Total, que me fui a buscar arándanos por otro lado… Y después de muchos paseos por el hiper, descubrí que:
1. Algunos zumos con antioxidantes de los que anuncian por la tele tienen arándanos. Escogí uno de “manzana, piña, grosella y arándanos” y otro de “piña, papaya y arándanos”
2. El zumo de “frutas del bosque” no tiene arándanos, ni grosellas… solo moras y fresa… ¡que no os engañen!
3. Existen yogures con arándanos. Los de arándanos y fresas están más ricos que los de arándanos solos, pero seguro que no son tan efectivos.
4. La frutería del hiper no tiene arándanos frescos. Sólo fresas. Y eran muy caras
5. Los caramelos de “frutas del bosque” tampoco tienen arándanos, es más, algunos tienen papaya. Yo no he visto muchas papayas por el bosque. Pero igual es que no me fijo. O que los caramelos eran de “frutas del bosque tropical”
6. Mi herboristería si que es buena. Encuentras 10 productos con arándano en menos de 3 minutos, no como aquí, que llevo dos horas.
Y me fui a la caja. Con dos botes de zumo antioxidante, unos yogures de arándanos, 3 litros de agua, barras de cereales con arándanos y unos bollos con arándanos. Todo muy sano. Y con mucho arándano.
Necesito encontrar una herboristería de cabecera aquí, lo de encontrar arándanos en un supermercado es muy difícil y lleva mucho tiempo. Y, además, no tienen tofu.

lunes, julio 16, 2007

Nota al incidente de la niebla

Caspajet acaba de notificarme (por internet) que no me devuelve la pasta por contar con un medio de transporte alternativo.
En el caso de que volara a una ciudad L, que estuviera, digamos, cruzando el mar... ¿Una barca de remos sería un transporte alternativo?
¿Son seis horas de viaje, y llegar con un retraso de más de 15 horas una alternativa para esta gente?

Me siento agresiva.

Muy agresiva.

Busco el número de atención al consumidor...

A las trincheras!


El incidente de la niebla

Remontándonos un par de post hacia atrás, nos podemos encontrar con uno que versa sobre la reciente boda a la que iba a asistir, y el circo de tres pistas (con payasos y todo) que había montado para poder estar presente en la magna celebración.
Hasta el punto de “Sábado mañana”, no hubo ningún problema. Me levanté a las 5 de la mañana porque el vuelo salía a las 7. El taxi llegó a su hora, no hubo problemas para llegar al aeropuerto, facturé sin incidencias, el paso del control de metales y el policial fue correcto, embarque y acceso al avión rápido, y, a parte de tener al lado una pareja que no hacía más que meterse mano, no hubo nada digno de mención.
“Vamos a despegar, abróchense los cinturones, el chaleco salvavidas se encuentra debajo del asiento, bla bla bla…”. Todo como de costumbre. Y, llevada por mis hábitos, fue sentarme en el asiento y oír “puertas de emergencia” y quedarme sobadísima
(es que eran unas horas muy intempestivas…).
Debo mencionar que a la hora de despegar abrí un poco un ojo. El piloto de Caspajet no estaba muy fino….
Seguí sobando con normalidad hasta llegar el momento del aterrizaje. El avión se meneaba cada vez más, y yo no quería abrir los ojos
(para evitar el espectáculo de mis compañeros de fila metiéndose la lengua hasta lugares insospechados… aún tengo pesadillas pensando en esas carnes fláccidas que hacían “blop, blop”. Brrrrr).
Sale el tren de aterrizaje, todos para abajo… y de repente, que empezamos a subir bruscamente.
Joe, sí que es raro este piloto, sí…
“Ding dong” “Atención comandante al habla. Debido a la visibilidad nula en el aeropuerto de D, no podemos aterrizar. Vamos a intentarlo de nuevo en 10 minutos, y si no funciona, iremos a E, allí habrá autobuses esperando para llevarles a D”.
(D y E distan aproximadamente 3 horas en autobús).
¡Cáspita!(1) –dije yo - que faena que me acaban de hacer. Si aterrizamos en E, no llego a la ceremonia… Bueno, ya veré los anillos en la comida…
La chica de la pareja acaramelada, se empezó a poner nerviosa la pobre. “Cariño, ¿esto es normal?”, y el chico, con cara cosmopolita de mundo, (seguro que había estado en el extranjero… en la misma capital del extranjero), la consuela diciendo: “No te preocupes, churri, esto es un procedimiento normal”. Toma ya, El uso de la palabra “procedimiento” es básico en estos casos. Parece hasta que sabe de qué habla…
(Y, debo comentar, que si a mi un noviete, rollete, maridete o lo que fuera el hombre, me llama churri en público y me da palmaditas en la mano, dejamos de ser novios, de enrollarnos, o de estar casados. Churri sólo se puede usar en la intimidad… y casi ni eso. Pero esto será tema de un futuro post…).
Seguimos volando hasta E, (porque, evidentemente, una niebla que se precie no levanta en 10 minutos…) cuando el piloto (comandante o lo que fuera), hace un nuevo anuncio.
“Ding dong” “Atención comandante al habla. Debido a la visibilidad nula en el aeropuerto de E, no podemos aterrizar. Volvemos a Madrid”.
¡Córcholis!(2) – fue mi expresión – O comen tarde, o no llego ni al corte de tarta, brindis o lo que haga esta gente después del segundo plato… ¡Con suerte llegaré a la barra libre!.
Me pongo a contar horas, para ver si llego o no, y de paso para no pensar en la cara de descomposición de Churri, que está siendo abrazada por Cariño para darle apoyo moral o algo. Han dejado de meterse mano (algo bueno tenia que pasar…), pero igual si Cariño me ve con cara de preocupación me abraza también. (Recuerdo del blop blop. Brrrrrrrrr). Veamos. Salí a las 7 de A, pensaba llegar a eso de las 8.30 a D, una hora para llegar al hotel, otra para vestirme, 10.30. A las 11.30 había quedado para ir al evento… así que mi plan inicial tenía una hora de margen y todo. Pero ahora, son las 10, y estoy volando de nuevo a A, con lo cual, con un poco de suerte, a las 12 saldría el avión que nos han prometido que nos llevará de A a D, llegaré a la 1, a las 2 al hotel… igual llego a comer aunque me pierda los pinchos… Ni tan mal…
Aterrizaje en A (ni una brizna de niebla a la vista), salgo escopeteada hacia la puerta (Churri y Cariño están celebrando el aterrizaje con mucho amor…), y bajamos todos en fila de a dos a la recogida de equipajes, a ver qué dicen.
Dicen que avión, ja ja. Que nos ponen un autobús y vamos que chutamos. Glups. No llego ni a la barra libre. Entre A y D hay 6 horas de autobús. Indignación. Gritos. Lágrimas. Dos niños gemelos de dos años aparecen y desaparecen por las cintas de maletas. Se lo están pasando estupendamente hasta que la madre se da cuenta de lo que están haciendo. He ahí las lágrimas.
Las explicaciones de las dos pobres personas que han puesto para que despedacemos entre los pasajeros del avión son versiones contradictorias. Para una el autobús sale en hora y media. El otro todavía tiene la versión naive de que nos van a poner otro avión. Ja ja. Los ánimos se caldean. Estamos llegando al punto de agresión a los cabeza de turco. Esto huele mal… cuando se oye un grito. “¡Nuestras maletas!!!!” Marabunta de gente hacia la cinta. Yo aprovecho para hablar con la del autobús, ahora que no hay gente.
“Las reclamaciones arriba en el mostrador, el autobús en hora y media” Pero… si era hora y media hace media hora!”.
Correcto. Aquí ya no pinto nada. El autobús no va a parar donde las maletas. Además, vuelve la marabunta cabreada con maletas a seguir preguntando…
Mostrador. 30 personas delante. Horror. 1 hora de espera y me toca el turno.
“El autobús en hora y media” “Ya, bueno, pero eso era hace hora y media… saldrá ya, ¿no?” “Bueno, es que todavía no sabemos cuando llegan”. Cara de estupor. “Vale, entonces quiero que me devolváis el dinero” “Muy bien, para eso tiene que poner una reclamación en Internet” “¿Cómo?????” “Internet, donde compró el billete” “Pero… no, yo quiero mi dinero ahora” “Pues no se puede, sólo por Internet” “Vale, entonces quiero la hoja de reclamaciones” “Estupendo, también está en Internet” “ADSÑLADSÑLFJAFJADSIWERIOKLDFJKLDFGWIRUOIERGJLRKJWPOR” (3) “Vale, ¿donde hay acceso a Internet?” “Uy, pues es que están arreglando la Terminal y no hay acceso a Internet público” “DFSPRITTRDSKJLASGIPORWI`0QERIJLERWQERIPORQWEDFSKÑLDFSIOAITLFDFSPQE”(4)
Me encuentro en A, mil horas después de haber despegado de A. Ya he comunicado a la novia que no voy a poder asistir a la boda porque a) Caspajet es una caspa, como su propio nombre indica, b) Si me pusiera ahora en camino llegaría a arroparles y darles las buenas noches, c) fallezco del cansancio.
Llevo una maleta enorme con un vestido de boda, ropa para una semana y un sobre hortera con dinero.
Por lo menos, no he vuelto a ver a Cariño y Churri. Voy a buscar un taxi que me lleve a la estación de autobuses. Tengo que llegar a C, mi vuelo del lunes sale de ahí. Y voy a darme prisa. Creo que veo a Churri saliendo por la puerta de la Terminal…
(1) Sustituir por una palabra malsonante.
(2) Sustituir por una palabra más malsonante si cabe
(3) Sustituir por frases malsonantes y ofensivas generales
(4) Sustituir por frases malsonantes y ofensivas sobre Caspajet, sus empleados, las familias de sus empleados, las obras, el aeropuerto, el arquitecto que diseñó el aeropuerto, y cualquier otra persona o ente que se les ocurra.

viernes, julio 06, 2007

Hace ya mucho tiempo...


(Hoy es el día. Llevo un pañuelico rojo en el bolso, esperando que lleguen las 12...).
Dedicado a los que compartimos aquellos días de risas y champán en casa, haciendo turnos para preparar la comida; a los que tocábamos por las calles; a los pantalones que andaban solos hasta la lavadora; a los fuegos artificiales con música; al navarrico que me sacaba de paseo a tomar sorbete en la plaza del Castillo; a los desayunos en la taberna con primos que se iban; a los madrileños que traían churros fríos y se agobiaban sin móvil; a las celebraciones de cumpleaños del día 5 que nos dejaban con resaca; a los primos que se caen de los árboles; a los cantos de "hola don pepito, hola don josé" en la plaza; y un pequeño guiño a V, que hoy es su primera vez.
A J, que me regaló el pañuelico para que me acordara todos los años, sin importar dónde estuviera, de que un trocito de mi corazón estará siempre allí.

jueves, julio 05, 2007

La existencia de sobres para meter el dinero que regalas en una boda


Este fin de semana tengo una boda.
Es en una ciudad diferente a cualquiera de las que visito habitualmente y no voy con amigos (evidentemente, tampoco voy con pareja). Por tanto tengo, por un lado, que reservar un hotel, y, por otro, hacer un plan de viaje para pasar el mayor tiempo posible en alguna de “mis” camas. (Definición de “mi cama” u hogar: Lugar en el que no tengo que cambiar las sábanas obligatoriamente cuando me voy, y por la que, además, no pago en recepción).
El hotel ya está reservado, y el viaje planeado. Lo del hotel no ha tenido mérito, porque se hace más o menos fácil.
El plan, aunque enrevesado, creo que es óptimo desde el punto de vista de movimiento de maletas y de estancia en hogar. Voy a explicarlo:
Yo tengo un piso en la ciudad A, trabajo en la ciudad B, mis padres viven en la ciudad C, y la boda es en la ciudad D. (por ahora, fácil). Estoy en la ciudad A, porque tengo un curso, que acaba el miércoles. Con lo cual, haremos lo siguiente:
· Jueves mañana: vuelo de A a B, para pasar una noche, así que solo me llevo el pijama y camisa limpia (yuppie total… a veces me doy tanto autoasco…)
· Viernes tarde: vuelo de B a A. Voy a la peluquería (¿Cuánto dura un peinado de peluquería? ¿Llegará a un día? Crucemos los dedos), hago la maleta. Con un poco de suerte, unas cañas tranquilas con amigos.
· Sábado mañana: vuelo de A a D. Bodorrio, risas o lo que sea… bla bla bla…
· Domingo mañana: autobús de D a C. Cañitas con amigos si es posible… tranquilas también. (Con un poco de suerte estaré de resaca)
· Lunes mañana: vuelo de C a B. Currar con normalidad toda la semana…
Suena un poco enrevesado, pero prometo que el movimiento de maletas y los gastos son mínimos.
Bueno… la cuestión es que tengo la boda. Cuando uno tiene un evento de este tipo, se tienen muchas preocupaciones aparte de las logísticas ya mencionadas. El traje, el peinado, los compañeros de mesa (a esto dedicaré un post exclusivo, que da para mucho), y, por supuesto: EL REGALO.
Yo antes era de las de “regalo algo, que el dinero es muy frío”. Eso era hasta que llegó la avalancha de bodas en la que me veo inmersa. Ahora, para pensar en el regalo, matizo…
El matiz viene por la relación con el futuro matrimonio, la cantidad de amigos con el que lo hagas, y el tiempo disponible para buscar un regalo (en la actualidad, 0). Así pues:
· Si son íntimos y el regalo es de grupo extenso (cuadrilla): Dinero + complemento. Complemento es detallito para que echen unas lagrimillas en la boda y luego lo tengan que poner en casa por los restos, no sea que aparezcas de improviso y no veas el cuadro que hicimos entre 15 amigos en 5 minutos con pinturas al dedo. Se le suele denominar también “vaya gracieta que les hacemos, se van a acordar de nosotros por los restos”. (Cuando uno no se pone de acuerdo en la cuadrilla, se queda en dinero + vergüenza… ¡a veces pasa!)
· Si son íntimos y el regalo es de grupo reducido: Algo. Normalmente, algo que ellos quieren/necesitan. Se intenta escoger con los afectados, o sea, el futuro matrimonio, para no hacerles la faena del complemento, porque “algo”, normalmente, es más caro. Dejarse una pasta en una gracieta da nosequé.
· Si no son tan íntimos: Pasta. Punto pelota. Para que nos vamos a comer más la cabeza. Es lo que quieren y aprecian.
Así que, pongamos que vas a ir a una boda, y vas a dar dinerito. También aquí tenemos dos opciones: transferencia o en mano.
Mi favorita es la transferencia, cómoda, limpia, segura, se puede hacer desde la oficina en dos minutos…
La opción de la mano, es mucho más difícil. Veamos… el dinero se mete en un sobre. Correcto. Hasta ahí vamos bien. (A ver dónde meto el sobre. El bolso es demasiado pequeño.) Después… hay que meter algo más en el sobre: una carta, una tarjeta… algo que diga que eres tú el que pones la pasta y tal. No sea que piensen que es de un donante anónimo, y que tú eres un poquito de la hermandad del puño. (Hum). ¿Tarjeta de visita? (No tengo). ¿Una carta en un folio? (Un poco pobre, ¿no?) ¿El nombre en el remite del sobre? (pfffffff). ¿Una tarjetita graciosa con algún tipo de dibujito para firmar? (Eureka!). Así que escogemos la última opción.
Vale, ahora hay que buscar dónde encontrar un sitio con tarjetas. Vamos al sitio típico, y hallamos una estantería llena de postales. Veamos… cumpleaños (de 0 años, de 1 año, de 2 años… así hasta 105 años aproximadamente). Bienvenida al nuevo niño/niña (propio o adoptado. ¡Hay de las dos!). Bautizo, comunión, confirmación (sí, sí… verídico también). Despedidas de soltero y soltera ¡Por fin! Llegamos a las de boda. Graciosas, musicales… y de repente…

¡Aparece!
¡Con portabilletes!
Sí, has leído bien… ¡CON PORTABILLETES!
(Esta gente piensa en todo, está visto, no queda nada por inventar.)
Son unos sobrecitos alargados, la mar de monos, con florecitas, o matrimonitos, o, en mi caso, zapatitos en la portada. Cuando lo abres, tiene una solapita para meter el dinero (¿Cabrán billetes de 500 euros ahí? ¿Existen los billetes de 500 euros? ¿Alguien ha tocado alguno?) Flipante. ¡Es que piensan en todo! ¿En todo? ¡No! Porque cuando abres el sobrecito, en la solapita, aparece un mensajito impreso que dice algo así como: “Os deseamos toda la felicidad”, o “Queremos que lo disfrutéis”, o “Gracias por invitarnos”. ¿Y qué tienen todas estas frases en común? ¡Que son en primera persona del plural!
Y, ahí me tenéis, flipada con el hecho de que existan felicitaciones de boda con portabilletes, y sin poder escoger una porque, como buena single, voy sola a la boda. ¿Qué hago? ¿Tacho “deseamos” y pongo “deseo” encima? ¿Uso tippex? ¿Pongo una reclamación a la cámara de consumo? ¿Decido no ir a la boda?... ah, la duda.
Existen sobres con portabilletes, pero no con mensaje en primera persona del singular. Has organizado un viaje que pasa por la mitad de la geografía española para asistir a una boda, y no sabes dónde poner el dinero que llevas para regalar. En la era de Internet, la gente te pide que les lleves el dinero en mano.
Qué paradojas tiene la vida.
(A modo de postdata, mencionaré que escogí una postalita con zapatitos, lacitos, florecitas y portabilletitos, la mar de lila, en tonos pastel, porque era la única que tenía un mensaje en singular. A veces soy hortera porque no tengo otro remedio…)
(Igual les incluyo un flamenco rosa a modo de complemento. Para que se acuerden de mí…).

De por qué no he escrito estos días

¡Todos tranquilos!
No me he aburrido, ni me he rajado, ni me han abducido los extraterrestres...
He estado en un curso estos días, y no tenía conexión a internet.
Es por ello que no he actualizado nada.
Paciencia, muchachos. Esta tarde publico...

jueves, junio 28, 2007

De mi felicidad con Hacienda (o zapatero a tus zapatos) (o tengo una amiga ONG)

Hoy estoy muy contenta. Ayer me sacó un amigo a dar un paseo, y vi el mar, y a Colón, y terrazas, y mil millones de guiris rojos como cangrejos pagando locuras por paellas. Y mucha arena, y músicos callejeros, y estatuas humanas, y kioscos de souvenirs. Estas cosas me reconcilian con la vida…
Y hoy he llegado a la oficina, y cuando he hecho mis chequeos personales (abrir mail-no-curro, abrir estado de cuentas bancarias…), he visto con agrado que Hacienda me había devuelto la pasta. Uy uy uy. Tantas cosas buenas seguidas no son posibles. (Cruzo los dedos para que no me cambien de sitio… los rezos parece que van dando resultado y no jugamos tanto a las sillas).
Volvamos a Hacienda, que al fin y al cabo, es el tema central de este post. (Nótese que Hacienda va siempre con mayúsculas… Respeto. Miedito)
Mi relación con las retenciones, declaraciones y demás asuntos que haya que aclarar con los impuestos se puede definir en una palabra: felicidad. Esto se debe a dos razones principalmente:
1. Aplico la filosofía de “zapatero a tus zapatos” siempre que me es posible.
2. Tengo una amiga que es una ONG.
(Y, obviamente, querido lector, de aquí viene el curioso título del post).
La filosofía de zapatero a tus zapatos hace la vida más sencilla y cómoda a todo el que la aplica. Se basa en “hago lo que sé. Lo que no sé, lo hace alguien que sabe”. Es una filosofía básicamente americana, y no les ha ido mal del todo (ojito, que esto es como todo. Llevado al extremo… nos encontramos a Bush de presidente!). Pongamos un ejemplo práctico. Digamos que soy experta en hacer donuts. Hago los mejores donuts del mundo mundial. Con azúcar glaseado y todo. Bueno, pues resulta que para vender mis donuts, necesito bolsas de plástico en las que meterlos. Y entonces, ¿Qué hago? ¿Construyo una fábrica de plásticos? ¿Me hago de ecologista y construyo una fábrica de bolsas de papel? ¿Dejo de hacer donuts y me dedico a la cría del caracol? ¡No! Le compro las bolsas a un vendedor de bolsas. Obvio. (Me estoy percatando de que esta es la filosofía de esta nuestra empresa… ¿Me estaré corporativizando demasiado? ¿Es posible corporativizarse más de lo que ya estoy? El descorporativizador que me descorporativice, buen descorporativizador será. Juas!).
Bueno, pues lo que aplico a las bolsas de donuts, lo intento aplicar a mi vida general.
· El chico del supermercado sube las cajas de leche mejor que yo hasta mi casa: zapatero a tus zapatos.
· La tintorería lava los trajes en seco mejor que yo: zapatero a tus zapatos.
· Cualquier persona en el mundo conduce un coche mejor que yo: zapatero a tus zapatos.
Esta gran filosofía, por supuesto, tiene un pequeño inconveniente: hay que tener dinero para aplicarla. Por ejemplo:
· Muchas personas planchan mejor que yo: pues me aguanto y plancho mi ropa, porque no pago a nadie que me planche. (Menos los trajes. Pero es que con el lavado en seco tengo un problema grave de infraestructura: Mi lavadora no sabe lavar en seco, sólo sabe lavar en mojado…).
Por supuesto, todos los inconvenientes (o issues) tienen algún tipo de solución (o workaround) (De vuelta. Repite conmigo: el descorporativizador…).
Esta solución puede ser:
· Currar más horas para tener más pasta (Que no es posible)
· Tener un amigo ONG experto (claramente mi opción)
Mi amiga ONG experta cuenta con toda mi confianza en cuanto a Hacienda se refiere. Y, analicemos. Esta confianza es enorme. Que Hacienda = Dinerito. Y con el dinerito todos somos un poco catalanes.
Cuando llega el momento de hacer cuentas de impuestos con el estado, yo llamo a mi amiga y pregunto “¿Qué necesitas?” Y ella me da una lista. Yo se lo mando… y poco tiempo después, en la cuenta vivienda del piso que no podré pagar, aparecen unos cuantos eurillos más. Y la cuenta vivienda se pone contenta, y yo me pongo contenta, y me sacan de paseo, y me reconcilio con la vida. Fíjate que fácil.
Cuando mi amiga ONG tiene un inconveniente que yo puedo solucionar, me dice “¿Qué necesitas?” yo le doy una lista… y no, esto aquí no funciona. Es que los problemas informáticos los arreglamos por teléfono, acordándonos de Bill Gates y deseando lo mejor para su familia.
Así que, contando que me gusta pagar impuestos (pequeños pedazos de carretera del estado español los he pagado yo, con el sudor de mi frente y los callos de mis dedos…), que aplico la filosofía del zapatero a mis declaraciones, (porque no sé ni deletrear IRPF), y tengo una amiga ONG, mi relación con Hacienda es fructífera. Y yo puedo pasear feliz al lado de la playa.
Y por si a alguien aún no le ha quedado claro, este es un post homenaje a mi amiga ONG, de “asesores sin fronteras”, que además de echarme una mano con la declaración, se va conmigo de cenas, copas y vacaciones, y habla conmigo horas y horas por teléfono, y que está en las duras, y en las maduras, dispuesta a compartir medio litro de helado Häagen Dazs de sabor “stawberry cheesecake” cuando y donde sea requerido. Y que, además, suele ser la que se preocupa de mi corporativismo enfermizo. Mi descorporativizadora personal.

martes, junio 26, 2007

La problemática del cerdo en los menús del día


Este post es un “lo prometido es deuda”. Muchos habéis pedido una explicación de mi mención a esta materia… ¡sorprendente cuando menos! Ojo, sorprende que pidáis explicación, no el tema propiamente dicho. Considero la problemática del cerdo en los menús del día como un argumento de rabiosa actualidad. Curioso es que aún no lo hayan mencionados los tertulianos de la radio y la tele (Creo que “el tomate” está pensando en hacer un especial sobre el asunto).
Les pongo en antecedentes…
Llegas un día a la oficina, y descubres que el mundo mundial es un compendio de personas de lo más variopinto. Puedes encontrar un australiano adicto al deporte del remo, a un inglés que ha descubierto que lo que realmente le apetece es dejar la pérfida Albión para irse a vivir a Almendralejo, e incluso a españoles que deciden dejar su prometedora carrera de consultoría para irse de peón de albañil a restaurar castillos en Teruel (los tres son casos verídicos). Mis favoritos, de todos modos, son los que no comparten tu religión, y, entre todos ellos, los musulmanes.
Mi primer contacto con el mundo ausente de porcino, fue a través de un hindú la mar de majo.
Encontrábamos a horas intempestivas en la oficina, cuando el pecado de la gula me tentó, y decidí irme a por una bolsa de patatas fritas. Sabor jamón para más señas. Como soy una chica educada, ofrecí mis patatas a mi compi hindú, y él me respondió “no gracias, es que soy vegetariano” (¿Cuánta será la cantidad de jamón en las patatas sabor jamón?). A ciertas horas, uno se pone a hablar con los compañeros de casi cualquier cosa… y a mi se me ocurrió preguntarle al mío que si era vegetariano estricto, o si tomaba leche, y ese tipo de cosas. A lo que me responde que sí, que toma leche, huevos… y pescado, pollo, cordero… Cara de estupor por mi parte. “Pero… tú no eres vegetariano, tú eres musulmán!!!”. Y me dice que sí, pero que es más fácil explicar que es vegetariano a que es musulmán… Y es más fácil de explicar, señoras y señores, no por la cantidad de palabras a usar, o por posibles implicaciones racistas, sino por la problemática del cerdo en los menús del día.
Cuando uno curra lejos de casa, tiene dos opciones: tupperware (o carmanyola como le llaman por estos lares), o menú del día. Mi opción es la segunda. Siempre. (Algún día habrá un post sobre el Ruiz…).
Como no tengo restricciones alimenticias (aparte del plátano), no me preocupan sobremanera los ingredientes de las cosas. Pero, hete aquí que vas a comer con un musulmán. Que no habla castellano.
Lo primero es traducir, que a veces es complicado (¿Cómo le traduces a alguien “callos a la madrileña”???). Lo siguiente, comprobar qué platos no tienen cerdo. (Los callos… ¿tienen cerdo?)
Llegas… primeros platos. Pongamos “garbanzos”. Pues ya tienes que preguntar “¿Con verduras o con de todo?” Con verduras: seguro que tienen también chorizo (cerdo). No vale. Con de todo: de todo del cerdo. Tampoco vale. (No sé ni para qué pregunto. Los garbanzos siempre están fuera.¡ No sé cómo se dice en inglés!) Pongamos “ensalada”. ¿Qué tipo de ensalada? ¿No tendrá taquitos de jamón? (cerdo). ¿O jamón de York? (cer… bueh, lo que sea). “Sopa”. Hecha con huesos de… ¡porcino! Ya no vale. Cuidado con los “macarrones a la bolognesa”, la carne de la salsa de Bolonia es de… ¡cerdo!
Segundos platos. Lomo por descontado que no. Albóndigas ni oler. Chuleta aléjala. Venga, un filete de ternera, que de eso suele haber… en ese momento… ¿Cómo convences tú al mahometano de turno de que lo fríen en una plancha diferente al cerdo??? ¡Pero si usan la misma hasta para el pescado!
Complicado, ¿eh?
La semana pasada fui a un Japonés de plato del día (sí, sí, existen), y el musulmán que compartía la mesa pidió “pizza japonesa”. (Flipa. Primera noticia de que los japoneses tienen pizzas). Cuando llega su plato… La pizza tenía jamón (¿Cuantos cerdos habrá en Japón?). Sin segundo plato. ¡Castigado!
¿A dónde les llevas? ¿Cómo pasas el sofoco de pedir a la cocinera que te explique qué utiliza para hacer las salsas? Es más… ¿Cómo haces para llevarles de tapas? ¿Les embutes a rabas y pinchos de tortilla? ¿Y si invitas a gente a casa? ¿Haces una encuesta inicial consultando alergias, gustos y religión? (debería preparar una Excel).Y eso que hay casos más complicados. Hay quien no come vaca (ternera, cualquier cosa con cuernos…). ¿Cómo le preguntas al metre de un asador vasco si tienen un poquito de pollo a la plancha porque aquí los amigos no comen chuletón? (verídico también). Claro, te echan del restaurante a patadas. Y con razón…
Siempre queda la opción de J, que lo arreglaba todo en las cenas de proyecto. Cuando alguno de los “problemáticos” preguntaba “¿Qué es eso?” señalando al jamón, él contestaba “pollo rojo”. Y nos quedábamos todos tan a gusto.
Por ahora, no he encontrado a nadie que tenga problemas con el pollo…

viernes, junio 22, 2007

Despedirse, no despedirse...

No me gustan las despedidas. Nunca me han gustado.
Me refiero a las despedidas "de verdad", esas en las que no sabes si te vas a volver a ver o no... las que pasan después de haber compartido mil experiencias. Pueden ser despedidas después de muchos años, después de unas semanas, después de pocas horas... de todo hay. Aquí lo que cuenta es la intensidad de la experiencia (no pensemos mal, eh?, esto es en modo amistótico sensible...).
Las lagrimosas despedidas después de los campamentos de verano... todo el mundo prometiendo escribir, "no nos olvidaremos nunca"... (nunca es el final del verano normalmente!).
Las espectaculares despedidas después de un mes estudiando inglés en un país anglosajón... Recuerdo que mis tíos me venían a buscar, y me esperaban acojonados, ligéramente apartados de la marabunta adolescente que intercambiaba besos, abrazos, lloros... más promesas de escritura, de quedar, de pasar a la eternidad. Todos con lo ojos como pelotas de ping pong rojas... Qué tiempos. La primera vez que ví a mi hermano dar los dos besos de rigor de despedida, fue cuando él volvía de uno de esos viajes. Mis padres y yo con la boca abierta hasta el suelo, en el aeropuerto de Santiago de Compostela. Era la primera vez que lo hacía... sin limpiarse ni decir puaj!
-Inciso en este punto: a cierta persona muy importante la conocí en uno de esos viajes. Tengo una foto suya con los ojos como esas pelotas de ping pong que mencionaba antes, que nos hicimos en un fotomatón en el aeropuerto de Dublín. La foto sigue en el corcho de mi cuarto, y las promesas de eternidad se han cumplido, al menos hasta ahora!-
Y las despedidas de la ciudad, mucho más silenciosas, pero más sentidas. Esa gente que compartía el día a día no lo vá a seguir haciendo. Tu casa ya no será tu casa. Tus lugares comunes, conocidos, van a cambiar por otros. Aquí es donde yo lloro más... Cuando me fui de la ciudad del Cid, lloré en el taxi desde la estatua del susodicho hasta renfe. El taxista (qué majo), me llevó la maleta hasta el andén e intentó consolarme. Al abandonar la de San Fermín, llevaba tal llorera en el tren que la señorita de la cafetería me invitó a una tila (muy maja también).
-Ahora que lo pienso... siempre hay un tren de por medio... hum...
Las despedidas de erasmus. Yo sólo tuve una, de mi querido negrito, la mar de desgarradora, sólo pensar en que no iba a verle nunca más me dejaba sin poder hablar de la congoja. No fui capaz ni de salir a las copas de despedida. Dije adiós en la puerta y lloré hasta quedarme dormida...
Las despedidas cuando vienen a verte tus amigos, los de verdad. Mi pudor no existe en las estaciones de autobús, tren, o aeropuertos. Tras un estupendo fin de semana, te pegas la berreada padre cuando te despides...
-mischicos, menos mal que nos vemos cada poco!!!
Y las despedidas de curro.
Había tenido una. Los compis me regalaron un libro de Harry Potter firmado. Aún lo tengo, y sonrio cuando leo las estupendas dedicatorias...
Pasé dos meses allí.
En este proyecto, he pasado más de 3 años.
No quiero despedirme, porque voy a volverles a ver. Me cambio de proyecto, no de empresa!
Pero siento un nosequé queseyó de no ver a toda esta gente por las mañanas, cruzármelos en el café, comentar las mejores jugadas del día...
Los indios se van a ir, y hoy me han hecho las últimas preguntas. Y a esos sí que no creo que les vaya a volver a ver...
Y no me despido. Me niego. Despedirse es como decir "se acabó". Reclamo mi derecho a mantener la esperanza en la eternidad... No voy a decir "adiós", ni "hasta luego", ni "hasta mañana". Voy a irme como si tal cosa, como si el lunes volviera.
Espero que mis compis de oficina no me lo tengan en cuenta como un signo de mala educación... No es eso. Es que yo lloro en las despedidas.
En realidad, no me despido porque no quiero que me veáis llorar.

jueves, junio 21, 2007

El juego de las sillas

Nuevo proyecto, nueva ciudad, nueva oficina, nueva gente...
Parecía que ya tenía todo muy controlado en mi "viejo sitio". Mi vida (o destino, o quizás soy yo!) parece que no permite pasar demasiado tiempo en el mismo lugar, con la misma gente (como en la canción de Maná). La cercanía de la conmemoración de mi 30 natalicio debería haberme dado pistas... Parece que sigo un ciclo de 10 años...
Hemos aterrizado en un sitio con playa... pero de esto ya hablaremos más adelante. Lo que hoy nos ocupa es "el juego de las sillas".
Consiste en lo siguiente: llegas a tu oficina, con el portátil en la mano, y te diriges al sitio que ocupaste el día anterior (tu supuesta silla), y te sientas.
Sacas el portátil, te arrastras por el suelo debajo de las mesas para conectarlo todo, te peleas por una toma de red que funcione con tu vecino, y después de todos estos pasos previos, procedes a comenzar con el trabajo (que ya es hora).
En ese mismo instante, aparece una persona que se acerca a ti, y tú le miras con cara de "te has equivocao, chaval, yo acabo de llegar aquí y no voy a poder responder a nada". Pero se sigue acercando con paso más firme si cabe... y entonces, lo dice: "perdona, pero ese sitio lo tengo yo asignado".
Horror! El juego de las sillas ha comenzado!
Seguro que sabéis cuál es el mítico juego en el que la gente corre alrededor de unas sillas mientras suena la música, y en el momento en el que la música para, se convierte el asunto en un “maricón el último”, y todo el mundo corre a por una silla. Y uno se queda con cara de haba mirando al resto, porque siempre hay una silla que falta…
La frasecita lapidaria supone el fin de la música. La de la cara de haba soy yo.
- “Ah, perdona, que no lo sabía. Es que me dijeron que este sitio era el mío”
- “Pues no, tengo aquí un documento que dice que es mío”
Y lo tiene! Tiene un documento! Tener un documento es… es como tener una bula papal. Y si el del documento encima es del cliente, eso ya es una licencia de corso en toda regla.
- “Ah, pues sí, perdona, ahora quito mis cosas”.
Nuevo arrastramiento para desconectar lo conectado, coges el portátil, cables y demás familias como puedes (con un poco de suerte, ese día no llevas también la maleta), y te diriges al departamento que controla los sitios. Suele estar en una planta distinta… para hacerlo más fácil.
- “Hola, que me han vuelto a echar. ¿Hay algún sitio donde me pueda sentar?”
- “Pues no sé, en cualquier lado que no haya nadie, busca por ahí…”
- “¿Y cuando tendremos sitios oficiales para no tener que movernos?”
(Aquí la respuesta puede variar un poco más)
- “Mañana”
- O “la semana que viene”
Pones tu mejor cara de “sí, sí, claro…” a saber cuándo es mañana... la semana pasada mañana era el miécoles, y esta semana mira dónde estoy. Entonces te vas por la planta a buscar otro sitio libre. Y hacer la misma operación de arrastramiento, pelea con vecino y demás. A eso, ya hemos pasado a incluirle unos rezos de 5 minutos para pedir a la entidad divina que sea (aquí somos la mar de multiculturales, y cada uno llama a lo suyo de una manera distinta… otro día hablaré de la problemática del cerdo en los menús del día españoles…).
El juego se ha llegado a repetir hasta 4 veces en el mismo día. La parte positiva es que ya he pasado por todas las plantas y controlo cuál es la máquina de café que mola, o donde están las salas de formación (sí, amigos, también me he sentado en una sala de formación…).
El juego también tiene sus pequeñas variantes, puede echarte alguien del cliente, alguien de tu empresa con más rango, con menos, alguien externo… También pueden echarte mientras estás en tu sitio, o cuando no estás, y encuentras tus cosas aparcadas en alguna esquina... menos el portátil, que lo has candado a la mesa como declaración de principos de ocupación (Un portátil candado a la mesa es lo que una bandera es a la luna...) Un festival de risas y humor, vaya.
Ahora mismo estoy sentada en la cuarta planta, al lado de la sala que usan para comer.
¿Quién sabe qué pasará mañana? Me han dicho que hoy no me echan…
Ya he hecho la parte del arrastramiento.
Empecemos, pues… “Padre nuestro…”

miércoles, junio 20, 2007

Buenos dias egun on nos dice el señor

Tengo mono de messenger, en la nueva oficina también tienen capado youtube... así que necesito una válvula de escape en la red, o reviento.
Los foros frikis no me consuelan...
Así que me he puesto manos a la obra. He recuperado mi antiguo Blog, he borrado lo que había (siempre me ha gustado comenzar los cuadernos con una página en blanco...), y me propongo ser "constante" y publicar a menudo. (Escribir 1000 veces "actualizaré mi blog"... sin usar copy+paste!)
No sabía qué escribir como primer post, quería hacerlo bien... y me he plagiado a mí misma y he cogido una descripción de mi misma mismidad que tenía por ahí... Creo que no es mal comienzo. Veremos qué se me ocurre escribir mañana.
El título de la entrada es mi saludo típico.
Y, por ahora, esta soy yo:
Soy una “single” de libro. Estoy contenta con mi vida, no tengo pareja estable, trabajo normalmente más de 10 horas al día e invierto mi dinero en ahorros para una cuenta vivienda de un piso que no podré pagar, y en viajes, y cenas.
Ahora mismo estoy “en medio de la crisis de los 30”. Es una crisis muy divertida, en la que me siento desconsolada y feliz al mismo tiempo por no tener pareja, veo películas basadas en novelas de Jane Austen sin parar, y todos los hombres del mundo mundial me parecen guapísimos... estoy encantada con mi crisis! Creo que la voy a alargar hasta los cuarenta. Puedo hacer cosas ñoñas sin avergonzarme, je!
Cuando salgo de copas bebo Ginebra con limón (qué British, eh?), odio los calamares en su tinta, leo compulsivamente, prefiero la carne al pescado, una cena con amigos a una juerga loca, y ver las películas en versión original con subtítulos. No tengo coche, soy fan de Harry Potter, colecciono bolas de nieve (que son el recuerdo más hortera que se puede tener de un sitio), no me gusta ir a comprar ropa, desayuno un yogur natural, me gusta oir la radio, soy excesivamente responsable en algunas ocasiones, y tengo un sentido del humor bastante peculiar e irónico. Básicamente creo que todo esto me define... No está mal, verdad?