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viernes, abril 30, 2010

Tiempo de BBC. (Bodas, Bautizos y Comuniones)

Se acerca Mayo, con las flores. Y con las comuniones.
Después llegará el verano, cargadito de bodas.
Y luego el otoño, con sus bautizos…
En realidad, el post se debería haber llamado CBB, por aquello del orden cronológico, pero habría sido una pena perder la ocasión de hacer un pequeño –y fácil- juego de palabras, ¿no?
Este año tengo una de las primeras, dos de las segundas, y creo que ninguno de los terceros… pero demos tiempo al tiempo, que para el otoño todavía queda mucho!
La comunión en cuestión es de un niño de ocho años, y como me da palo regalarle un sobre, pues me he puesto a pensar en qué le podría comprar.
Como los fines de semana desayuno unos crispis mientras veo la programación infantil, se me ocurrieron millones de juguetes para regalarle.
Pero luego me puse a pensar en la abuela del niño (que es, en realidad, la que me ha invitado a tan magno evento. Dudo que al niño se le hubiera ocurrido). Supongo que la abuela del niño apreciará más un regalo tipo “reloj”. Mmmmm. Dudas…
Luego me puse a pensar en mi comunión.
Fue un día muy bonito (creo que no por el hecho de la comunión en sí… nunca he entendido el concepto de “el día más feliz de mi vida”… tiene cierto toque hortera).
Lo celebramos en la sociedad deportiva, y era junio. Así que pude ir a la piscina, jugar con mis primos, comer todos juntos. Menos mi madre. Mi primo pequeño decidió nacer ese mismo día, y mi madre se turnaba entre los invitados y el hospital. Ya cuando mi tía estaba embarazada, mi madre la amenazaba: “Como nazca el día de la comunión, si es niño lo llamo comunión, y si es niña, comuniona.” En realidad todo se quedó en agua de borrajas. Nadie llama comunión a mi primo. Creo.
A lo que iba (y dejándonos de estanterías). Fue un día bastante chulo, y con bastantes regalos.
A mi madre le encantó un camisón con bata a juego que me regalaron mis tíos y abuelos de Madrid (cosa que yo nunca entendí, así que no le pienso comprar un pijama con batín al niño que nos ocupa).
A mí me encantó el microscopio que me regaló mi tío Lupi. Un cacharro estupendo. Me pasé días cazando moscas, y cortando hierbajos para ver qué aparecía luego mirando por el aparato. (Una buena idea quizás para este niño… aunque… igual es que yo soy muy friki y me gustan las cosas raras…)
Y otra de las cosas que más me gustaron, fueron unos cuantos libros que me regalaron mis titos de Pamplona, si no recuerdo mal.
“El Rey de Katorén”, de la serie “el barco de vapor”, tan mítica en mi infancia. Era de la serie roja, “a partir de 12 años” decía en la solapa. Y yo me lo ventilé en 15 días. Y porque no pude hacerlo de una sentada (uno tiene sus obligaciones a los 8 años), que si no, ahí que me hubieras tenido…
Y un par de libros de “los cinco”, mítica serie de Enid Blyton. Me entregué total y completamente a las historias de esos niños tan ñoños. Horas y horas pasé leyendo aquellos libros. Como mis padres no me querían comprar todos los que yo quería (que eran todos los de la serie), hicieron algo mucho mejor. Me llevaron a la biblioteca pública y me sacaron un carnet. Y creo que, ese día, sí que fue uno de los más felices de mi vida. Tanto libro junto. Y yo los podía leer todos!!!
Las bibliotecas siguen llenándome de felicidad. Ver tantas cosas por leer me llena de alegría indescriptible…
Así que estoy pensando en llevar a la comunión algo “para la abuela” (reloj no, que ya tiene, y el batín ya he dicho que ni de broma), y unos libros para el niño. Y un juguete, que igual es uno de esos que no les gusta leer.
Pero, por si no sabe si le gusta o no, yo le voy a regalar un billete a lo que, para mí, supuso todo un acontecimiento.
Se admiten ideas sobre abuelas :)

El primer libro que recuerdo leer se llama “el molino”. Era en realidad un método de lectura, y salían niños (Carlos y Susana, si no recuerdo mal) diciendo “hola” y un perro (“Pipo”) diciendo “guau”. Yo tendría tres o cuatro años, y estaba en la guardería.
El primero con “sustancia” se llamaba “el pájaro verde”. Era un libro de cuentos para el cole, y yo tendría unos cinco años.
Con siete me rompí el tobillo, y alguien me regaló “un duende a rayas”, mi primer libro en propiedad (que no fuera del colegio). Durante los recreos leía los libros que había en la clase, porque no podía bajar al patio con las muletas. Me viene de familia, en cualquier caso. Recuerdo a mi madre leyendo antes de dormir, y en vacaciones. A mi padre estudiando. A mi abuelo con un libro entre las manos. Uno de mis momentos/recuerdos favoritos es estar sentada en el sofá de mis abuelos, con un libro entre las manos, y mi abuelo al lado, con una bata gastada de color marrón, unas gafas de pasta horrorosas para leer, y un libro mucho más gordo que el mío

martes, abril 20, 2010

Vuelta a las andadas. Doña Concha ataca de nuevo

En una entrada antigua de este nuestro blog (ver “El Baúl de la Piquer”) comentaba mis periplos viajeros por los aeropuertos.

Debo decir que en ese sentido me he calmado una barbaridad.

Por un lado positivo (mayor “estabilidad física”, menor probabilidad de pérdida de maletas).
Por otro lado negativo, porque debo confesar que soy una “yonki” de los viajes. Cuando llevo más de tres fines de semana sin moverme de un sitio, me empiezan a entrar picores por todo el cuerpo, no encuentro paz en mi persona y la energía interior no fluye.
Para volver a ser zen, (y fluir… be water, my friend), bajo las maletas del armario, rehago mi neceser de viajes (porque, de los viejos tiempos, sigo manteniendo la costumbre de tener un neceser “a punto”, con todo duplicado, que meter directamente a la maleta) y me paso una hora en Internet mirando precios de viajes…

Comenzaba a sentir picores, pero me he dado cuenta de que viene Mayo, con las flores, las comuniones y los aviones. Y me ha subido un poco la moral.

Amigo lector, tengo el honor de presentarle mi calendario de Mayo:




Donde A es donde habito. B cierta hermosa ciudad donde asistiré a una comunión, C el hogar de mi corazón, D es donde habitaba y E es el lugar sorpresa de las 17 horas.

Estoy preparando los libros para los aviones, los trajes y regalos para las comuniones, los bikinis para las sorpresas.
Espectacular. ¡Volvemos a las andadas!!!

(Si los volcanes islandeses lo permiten, por supuesto... ¿Escribiré alguna vez un post llamado "el incidente de la ceniza"?)

martes, abril 13, 2010

(Aproximadamente) Un año después…

He cambiado de ciudad punto de referencia (se me ha ido al Mediterráneo. Ya verás el calor…)

Me he puesto mechas en el pelo. Aún no tengo muchas canas… pero llegarán.

He cambiado de casa. Ahora vivo de okupa (con lavadora). En los suburbios, eso sí (y sin ánimo de molestar)

He cambiado quién me paga. El teléfono sigue a cuenta de papá, en cualquier caso. El número de horas sigue constante (no todo podía ser bueno, amiga descorporativizadora)

He cambiado de talla de pantalón y de camisa. Una más para cada (pero he empezado una dieta…)

Sigo sin estabilizarme en las series de televisión. Eso sí, el CSI de los lunes no lo perdono (ni aunque esté en la conchinchina). Y he descubierto la tele por Internet, que ayuda mucho…

Sigo viajando. Aunque menos que antes. He descubierto las maravillas de pasar 12 horas en un tren (¡pero espero no repetirlo este mes!)

En ocasiones, tomo ginebras con pepinos (sobre todo en Vitoria…). Tengo una granja de pollos tamaño industrial. Estoy pensando en un criadero de avestruces, que tienen los huevos más gordos…

Hace bastante que no tomo arándanos (y cruzo los dedos)

Sigo sin coche (pero creo que por poco tiempo. Ayyyyyy)

Siguen no gustándome los calamares en su tinta. Sigo leyendo bastante. Las películas de Jane Austen son un “must” en los domingos de plancha. Cada vez veo más pelis en versión original, sigo desayunando un yogur natural, me sigue encantando escuchar la radio. Sobre todo cuando hablan.

Y está volviendo mi parte irónica y sardónica. Y necesito válvula de escape otra vez. Pero sin acritud, ¿eh?

Bienvenido de nuevo :)